28 diciembre 2016

De la Baixa Limia e outras terras ourensás

Hola:

de estos días pasados, me traigo estampitas del poblado castrexo de Coelia Nova, una reproducción. Los habitantes, los coelerni, firmaron un pacto de convivencia con un militar romano que quedó grabado en la Tábula de Castromao, documento del primer tercio del siglo II. 



El Castro de Castromao, con su muralla de 2 metros y pico de ancho, sus casas apiñadas y colocadas en sectores concéntricos para hacer más difícil la conquista del núcleo. No quiero pensar cual sería la situación que vivirían estas gentes para tener que defenderse así. ¿Como sería ver una legión romana preparada para asaltar el castro, defendida por un puñado de hombres y mujeres, ancianos, niños,...?. Con esa luz vespertina da la sensación que detrás de alguno de esos muros vas a sorprender a un castreño realizando algún trabajo. Las vistas desde el castro son impresionantes a esa hora de la tarde, con las luces de los pueblos encendidas. Bajando, ya de noche, voy "corriendo el cárabo", como Azarías, en los Santos Inocentes.



En Santa Comba de Bande se encuentra una iglesia visigoda, prerrománica, que no visité por dentro (había que llamar a un número de teléfono), pero que quien tenga interés puede ver las pinturas que se encuentran en su interior, y su interior. Una preciosidad difícil de fotografíar por el lugar donde se halla.


En el embalse de las Conchas, en el Google Earth, había visto una extraña formación en laberinto. Cuando me acerqué a Aquis Querquennis la busqué, y encontré muchas; alguien tiene un bonito pasatiempo.




En Portugal quedé prendado de sus puentes, de sus hórreos,... del café a 65 céntimos de euro (que por no darme la vuelta me lo dejó en 60 céntimos). Y ya sabéis, si tenéis monstruos en casa, os los recogen. Y si colocas lixo, eres un monstruo.


La ruta al mirador de las pozas del Mallón, del que dejo una pequeña reseña de cómo llegar en Google Earth, para evitar problemas por si alguien quiere hacerla. Hay que coger la calle asfaltada a mano izquierda al poco de entrar en el pueblo; una curva muy cerrada, y con una señal de calle cortada que fue la que me confundió a mi. Ese camino asfaltado te lleva sin pérdida al inicio de la ruta. El río es pequeño pero bravo a juzgar por el ruído que hace. Para los portugueses es el río Castro Laboreiro. El camino está ornamentado por un musgo de un verde muy chulo. Y desde el mirador se pueden ver las pozas, aunque la subida te hace abrir la boca como un pez fuera del agua. El camino hasta Olelas, afectado por un incendio, tiene su encanto a pesar de ello y de la carretera estrecha, pero fácil de transitar. A veces, las vacas cachenas se hacen dueñas del asfalto, pero es que ellas viven de espaldas a nuestras normas. Duras tierras éstas, y las de enfrente. Como puede verse en Várzea, Portugal, hubo que aterrazar el terreno para poder sacar de él sus frutos.













En Os baños, Bubaces, hay que acercarse a Aquis Originis y a la cascada "Corga da Fecha". Están cerca, y merecen la pena. El complejo termal ha dejado un resquicio de aguas calientes para los habitantes (que menos) y a pesar de las temperaturas por debajo de 0ºC, estaba el lugar muy concurrido.





En Ribadavia, tantas veces al margen de la autovía, decidí hacer parada y yantar, pulpo, rico. La zona antigua, con sus empinadas y estrechas calles, el castillo, la plaza mayor, los detalles que se aprecian de la cultura judía bien valen un paseo.






En Orense, también zona de paso tantas veces, me paré a fotografiar algunos de sus puentes, y en una glorieta me llamó la atención esta forma de entutorar las glicinias.




Hasta luego.

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