24 julio 2016

Peña Rueda

Hola:

Y una semana después de subir a Peña Ubiña y ver desde allí Peña Rueda, hoy subí Peña Rueda y vi desde allí Peña Ubiña.
El primer tramo es por sendas umbrías, con rayos de sol que se filtran, y que hacen que la visión no sea muy fina, pero le da un tinte mágico. Aliñado todo con los "ladridos" de un corzo.

 Peña Rueda te mira por encima del hombro al principio.
La colecta de plantas, buenísima. Traje muchas novedades y muchas "seminuevas".
Pirola minor

Platanthera bifolia, el sorpresón del día.

Stachys officinalis, nuevecita también.

Valeriana officinalis, otra novedad que ingresa en mis archivos.
Anda que no había Aster alpinus a patadas en Peña Rueda. Una alegría.

 Androsace villosa

Veratrum album. Éstas dos últimas no son nuevas, pero ¡son tan guapas!. Y el Veratrum, parece ser que muy venenoso. Se llama hierba ballestera, y tiene ese nombre porque parece ser que se untaban las puntas de las flechas con sus jugos para cazar a los animales envenenándolos.

Gymnadenia conopsea, estoy acostumbrado a ver unas inflorescencias más densas.

Pasito a pasito, la cima está más cerca. Aunque no es tan fácil cuando estás subiendo la ladera como lo que aparenta desde lejos.
 Es tan reconfortante el camino como la meta.

Ya se ve Peña Ubiña, queda menos para llegar arriba. A su derecha se ve el Fontán (2114 m.) y el Prau (2360 m.)
Antes de hacer cumbre visito las trincheras, que digo yo si merecería la pena subir aquí para vigilar. Me imagino penurias; arriba no hay agua, ni llega ninguna pista.

Las vistas desde la cumbre son impresionantes. Al dramatismo de la roca caliza, se le superpone el terciopelo de los pastizales de montaña, verdes "lujuriosos" todavía. Creo que lo que se ve en la última foto son los Picos de Europa.






Para bajar cambié un poco la ruta. Me acompañaron unos rebecos que parece increible por dónde y cómo andan. También los mugidos profundos (parecía que estuviera en puerto de mar) de los toros en celo.



Y de vuelta a la rutina, con la mente un poco más despejada. Esperando que el destino me de la oportunidad de volver a subir otra colina el próximo fin de semana, por pequeña que sea.


Como información, por si le sirve a alguien: desnivel 1225 metros. Distancia a la cumbre: según la ruta 5,5 km, en realidad son más. Tiempo: 2:40 horas.


Hasta luego.






17 julio 2016

Peña Ubiña again

Hola:

Aprovechando el buen tiempo, para arriba. Desde abajo se ve complicado, con el calor que aprieta, y la pista empinada.
El del parapente debe ir más fresco.
Algunas foticas de plantas.
Y al tran tran, se llega hasta el collado de el Ronzón, a los pies de la Carba
Un trago, unas almendras, y sigue la ascensión, ahora ya por terreno más escarpado, echando las manos en ocasiones. Peña Ubiña la Pequeña ya se ve por debajo y mucho más aún Torrebarrio. Alguna piedra, que gritan los que bajan, sale desmadrada ladera abajo.



Arriba hay aglomeración. Paso de sacarle foto al hito geodésico, está siempre ocupado. La ladera norte de la sierra está más verde que la sur.

Hay quien viaja más cómodo (al menos eso parecía, no creo que fuese ningún tipo de rescate)
Al bajar, fui a visitar a dos viejas amigas, que siempre encuentro en el mismo sitio ya van unos cuantos años

Posiblemente no vuelva a subir. Subir por subir no me motiva, y la flora que se da en la zona, creo que la tengo ya más o menos controlada hasta donde mis conocimientos lo permiten. Aunque desde arriba sí se ve perfectamente un próximo objetivo, Peña Rueda, que espero que no pase el año sin que me siente encima.

Por si sirve de orientación a alguien, yo soy un caminante medio, tardé 2:15 horas desde Torrebarrio a Peña Ubiña, parando poco para hacer fotos.

Hasta luego.





11 julio 2016

Zona de confort

Hola:

MARINERO DE RÍO

a veces hay que irse no para salir de la zona de confort, sino para llegar a ella. Pero era una tierra de agua y fuego; sobre todo este último, y no sólo metafóricamente hablando.

Los grelos que comí estuvieron de cháchara toda la noche. O bailando con la orquesta que amenizaba las fiestas de Santa Isabel. Y no los calmó el Ribeira Sacra que suavemente bajaba por el gaznate. La música y el bullicio de la gente rebotaba en las piedras del castillo, en los ventanales de la plaza, en la madera de las ventanas con rotura de puente térmico. Pero entraba en la penumbra de la habitación, además de la luz de la luna. Las estrellas son las mismas, pero en el cielo entorno al escenario, se dibujaban constelaciones desconocidas...y artificiales.



La culebra, que se balanceaba acompasadamente con las olas cual otra planta acuática más, me miró a los ojos, mas no quiso hipnotizarme. Tal vez mis pies sudados en el agua del río Mao fueron suficiente repelente. Repelieron lo mismo al pobre pescador que se quejaba de que con tanta gente no picaba nada. También serpenteaban las pasarelas por el cañon.

Aunque el bocadillo me salió a precio de piedra preciosa, la ruta en el catamarán fue satisfactoria. La visión desde el río es distinta y complementaria a la de los miradores. La sonrisa permanente de la guía, la rubia del motorista, el tráfico de embarcaciones, los viñedos imposibles ... también son complementos. Van dos veces ya, y todavía me quedaron cosas pendientes. Quien sabe. Tal vez repita una vez más, soy de gustos sencillos y agrestes, aunque espero que no se me olvide el protector solar entonces.


Me traje dos extranjeras, bermellas ellas.



Hasta luego.