10 diciembre 2019

Bierzo recóndito

Hola:

Camino de la Cueva de San Genadio, por el Valle del Silencio. Silencio que rompen el río Oza y el Arroyo de Peñalba, que bajan helados, bravos y prístinos. Las montañas se reflejan en los cristales porque las ventanas miran a las montañas. Solo hojas en el suelo, pero brilla el verde del musgo. Buen yantar en la taberna, buen vino y buena música. Y se agota el día con un fulgor de despedida, en el mirador de Espinoso de Compludo.









La calavera de un burro miraba el doctor Pandolfo y enternecido exclamaba: ¡Válgame dios lo que somos!

Es mejor volver atrás que perderse en el camino.


Por fin sin andamios la puerta geminada de la iglesia mozárabe, siglo X, de Peñalba de Santiago.









 San Genadio mandó callar al río para poder orar. Valle del Silencio.











Despedida con extraños cielos y atardeceres frescos y lánguidos. Resoles que se cuelan en los patios. Conversaciones quedas en las callejas. Gentes saliendo de las sombras. Quietud finalmente.




Ha de ser otra vez si la suerte no lo impide, porque aunque no había andamios, la iglesia estaba cerrada.

Hasta luego.


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