Por el pantano de Matalavilla, entre los anaranjados colores de las hojas marcescentes de los melojos. Ahora que el sol se pone tan pronto, lamiendo la superficie quieta del agua. Parlotean los azulones abajo, en grupo, y pocos más cánticos se oyen. Aún queda nieve para rato en lo más alto. Iba buscando el desembalse del pantano, pero no coincidió. Bajan encajonados el río y la carretera. Se hace tarde, me despido del oso, y vuelvo a la urbe.
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El embalse de Matalavilla se nutre con las aguas de su valle y con un
túnel que lleva agua del embalse de Las Rozas en el que creo recordar
que trabajó mi padre. Aunque el de las Rozas está desembalsando a buen ritmo, este todavía no. De matalavilla, el agua se lleva al embalse de Ondinas, donde se encuentra la central.
Hasta luego.
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