04 diciembre 2016

Por Ibias II y por las proximidades

Hola:

Hace unos 18 años llegué al dolmen de Pradías, con mi utilitario de segunda mano y una cámara analógica mala de verdad y limitado en cuanto a carretes; pero no pude llegar al de Seroiro, ni siquiera sabía llegar al pueblo, que ahora sé que está justo enfrente. Hoy fue. Pero narro la historia de estos días cronológicamente. El que se aburra, este legimitado a abandonar la página, es perfectamente comprensible jjjj.
Lo primero es por qué esa ansia de dólmenes jjjjj, pues no lo sé, pero me sale del cuerpo verlos, y me voy para allá. No tengo ni los más mínimos conocimientos de cronología, de construcción, de antropología,... pero hay curiosidad, una curiosidad que no me servirá para nada, pero que no ocupa lugar.
Sí me enseñan algunas cosas: que unas gentes sin medios como los que disponemos actualmente podían llevar a cabo construcciones que parecen casi imposibles (fijaos en la lastra superior del dolmen de Merillés... ¡eso pesa!). Otra cosa que veo es que estas gentes, que bastante tendrían con sobrevivir, construían estos megalitos para enterrar a sus muertos como muestra de respeto, de cariño, de trascendencia tal vez. Individuos que no producían, eran cuidados y alimentados (se sabe porque se han encontrado huesos fracturados que impedirían a quien había sufrido esa fractura poder moverse, por ejemplo, y sin embargo el hueso había seguido un proceso de osificación que no se produciría si el individuo hubieso muerto de inanición o devorado por algun carnívoro) y hoy en día, vamos camino de que quien no produzca, acabará muerto de hambre, en la calle, sin tratamiento para sus dolencias. Vuelvo a preguntar: ¿hemos evolucionado?
Camino del dolmen de Merillés, el más espectacular de la zona, pasamos por Tuña, con su puente de origen de romano, su hórreo panera de ocho pegotsus, ... y su máquina de plantar patatas a tracción animal. Eso es lo que me parece: una tolva en que se echarían los trozos de patatas a plantar, tal vez con un molinete accionado por las ruedas que iría depositando la patata en el surco a distancias regulares. El surco lo haría la cuchilla con doble vertedera que se encuentra al principio, justo detrás de las ruedas. El surco con la patata lo taparían dos cuchillas que van detrás y por último, el rodilló que está detrás, bajo las manetas que agarra el plantador, apretará la tierra contra la patata para asegurar una buena "nascencia".


Los pueblos y caseríos de estas zonas, con vocación ganadera fundamentalmente, pero con necesidad de autoabastecimiento (huertos... luego hórreos...) parecen mantener aún hoy un poso de épocas pasadas más duras y a la vez más sencillas.

El dolmen de Merillés es de dimensiones notables comparado con los de Pradías y Seroiro. Está bien indicada la ruta desde el pueblo, con bonitos hórreos. Subí en unos 35 minutos, algo apurado sí; de hecho, llegué a la vez que uno que salió en bici unos pocos minutos después que yo, que me adelantó a medio camino, y que siguió por la ruta para las bicis mientras que yo me tiré por la que va más directa.


El próximo objetivo era el túmulo de Xestoselo. Antes, en Lago, tuve que pararme a fotografíar la panera por los pegoyus, que vi en más hórreos por la zona, y la hierba de las pampas (Cortaderia selloana), tan llamativa y tan maligna en las zonas más costeras.


El túmulo del Canadeiro era un lugar de enterramiento, no se si anterior, posterior o coetáneo de los dólmenes. Allí cerca se encuentran los grabados laciformes (suponen que representaban esquemáticamente la figura humana) de la Xorenga. Cuenta la leyenda de los carteles informativos que debía de tratarse de pueblos ganaderos y tal vez también agricultores... a juzgar por la foto de la zona, parece que seguimos siéndolo.






Muy cerca de allí, se encuentran también los túneles romanos de Penafurada. Al igual que con el dolmen de Seroiro, aquí me pasó algo parecido hace unos 18 años; sólo vi el primer túnel, no sabía que había más. Y me habría pasado lo mismo otra vez si los vecinos no me hubiesen advertido, al ver que volvía muy pronto,  de que había otros túneles unos cuantos metros más allá del primero. Agradecido les quedo.
Me cuesta imaginar hacer esto a golpe de pico, de martillo y punterolo. Cada golpe un dolor en la mano o la muñeca, piedras saltando a los ojos, golpes en los dedos,... Pobres hombres los que sufrieron este trabajo.







Mirad que nombres los de estos tres pueblos: Villardefondo, Armilda, Airela.
Y junto a tanto neolítico, la era tecnológica, zumbando rítmicamente con sus aspas; hasta las centrales térmicas de carbón que estaban paradas, las han arrancado parece ser que por un problema con las centrales nucleares francesas, y exportamos electricidad por eso.
Enfrente justo, un acebo y un serbal de cazadores, compitiendo a ver quien se pone más rojo.
En una zona de descanso, un poco ajardinada, me llamó la atención el detalle de la forma de indicar la planta que se había utilizado para adornar el lugar.
Cruzar estos pueblos, muchas veces en silencio, es como avanzar por un lugar religioso. A veces siente uno ganas de hacer una genuflexión frente a un molino abandonado, un hórreo vencido, un perro que te mira como perdonándote la vida jjjjj.
Pisando castañas, llego al sendero que me conduce sin posible pérdida al dolmen de Seroiro. Justo enfrente está el de Pradías. Me pregunto si las gentes que utilizaron uno y otro serían coetáneos, cual sería su relación (cooperación, indiferencia, enfrentamiento por límites y recursos, comercio,...). Si tendrían un momento para admirar ese acebo cargado de frutos, o si les emocionaría ver la niebla impoluta a sus pies, suubiendo por el valle.
Y también me pregunto por qué alguien puede subir hasta el dolmen para tachar todo lo que pone el cartel informativo... esto si que es un enigma completo. Cincuenta minutos desde la parte baja del pueblo al dolmen, a buen ritmo.


El dolmen de Pradías desde el de Seroiro, más allá del mar de urces, a la izquierda de la mariposa de los prados de Andeo.







Hasta luego.







2 comentarios:

  1. Precioso reportaje de esos parajes,como nos iría ahora sin los adelantos que tenemos ellos son dignos de admiración,nosotros cada vez sabemos hacer menos.Un saludo.

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