después del estrés de cuatro carriles llenos de coches, con incorporaciones y salidas cada poco y con la inseguridad de saber si no me habría equivado en alguna de ellas (hablo del paso por Sevilla), llegué a Ronda, y al bajar, pensé que me había confundido en algún cruce, pero mucho, porque todas las caras que veía eran asiáticas jjjjjj.
Por fin estuve en el Puente Nuevo sobre el Tajo de Ronda. Y aunque lo he visto muchas veces en fotos, fue estupendo verlo en directo, desde ambos lados, desde arriba y desde abajo. Pero antes, en el mirador, la música de Leticia y Lucho, arpa y flauta, me cautivó.
A poca distancia de Ronda, Setenil de las Bodegas, típico pueblo blanco andaluz, con su torreón, y con esos barrios del río, donde las casas y los bares aprovechan la geología para dar una estampa singular, sorprendente y poco común.
Hasta luego.
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