Hola:
Apacible tarde de otoño, soleada y en calma en Cantejeira. Buscando la cascada, es fácil entretenerse en el pueblo de Cantejeira y sus prados de verde lujurioso. Pedir un café, de puchero, y repetir, no suele pasarme. La palloza te transporta al pasado sin ningún artificio; hay que visitarla. Y las comidas que pasaban tenían un aspecto muy apetitoso.
Más abajo, en Balboa, refresca. Me gusta el torreón, al que siempre he visto de lejos, sus pallozas hosteleras, sus hórreos.
En fin, fue como tomarme una tisana antipreocupaciones, rodando suave por esas espléndidas carreteras en cuanto a paisajes. Rozando el Camino de Santiago... Ganas me quedaron de subir a O Cebreiro, el día estaba para eso, pero tiempo habrá; espero.
Hasta luego.