Madruga el brañero para aprovechar al máximo las horas de luz. Después de un contundente desayuno, un english breakfast pero a lo montañés, que seguro está compuesto de embutidos, cecina, jamón, pan de verdad, huevos fritos,...
Apareja la yegua, aprieta las cinchas y carga los bidones, el tasajo para los mastines, el almuerzo, la bota de vino,...
Viste muchos de los días ropas recias, porque aunque es verano, hay mañanas frescas todavía, y los senderos que llevan a la braña son umbríos y están cuajados de rocío los piornos, las escobas, los sauces (salgueros) de al lado del riachuelo.
Cuando llega a la braña, después de abrir la rodera, dará de comer a los mastines. Ordeñará las vacas pardo-alpinas, sentado en un pequeño banco (trachuelo); la leche llegará en finos y precisos chorros a la canada, con rítmico soniquete, y la irá vaciando en los bidones a medida que acabe con cada vaca. Dejará mamar al ternero si aún no lo ha destetado. Y si lo está, impedirá que mame colocándole con correas un punzón en el hocico (bititsu), de forma que cuando se acerque a su madre, le pinchará las ubres y esta lo rechazará.
Los bidones con la leche los llevará a la outsera más cercana, o los colocará a la sombra, en sitio fresco.
Una vez ordeñadas, soltará las vacas a los pastizales de la braña. Colocará alguna piedra caida del muro del prado. Repasará los regatos (presas) con los que se riega el prado y dará agua al que lo necesite. Si alguna losa de la cabana está rota, la repondrá. Limpiará el estiércol (cucho, cuito) con una arrobadera (chapo), como una azada con una hoja ancha, fina y en forma de semicírculo, con la cual va arrastrando las deyecciones a favor de pendiente y sacándolas al exterior por un pequeño agujero del que, a tal fin, dispone la cabana.
Puede que siegue algunos haces (feixes) de hierba del prado próximo y los ponga en el pesebre si alguna vaca o los terneros no pueden salir.
Y tras estas y otras labores, almorzará y volverá al pueblo para dejar la leche, preparar quesos o mantequilla (manteiga), para los menesteres de la huerta, de las tierras, de los prados bajos, de la casa,...
Y volverá a subir a últimas horas del día, a recoger el ganado y los mastines, a darles otro ordeño a la vacas una vez están en la cuadra (corte). Regresando al pueblo, con los bidones repletos de leche cremosa a los costados de la yegua, fumando un cigarro liado por el mismo, dejándose llevar por la caballería que sabe muy bien el camino, oirá tal vez, como por la mañana, proviniente de la espesura del bosque, el ulular de la lechuza (curuxa), el repetitivo canto del cuco, el ladrido de algún corzo. Y en el cielo brillará venus, muy cerca del horizonte, y la luna comenzará a asomarse, a estos valles verdes con rumor sordo de riachuelo bravo.
Cuanto sosiego trasmite tu relato, esa placidez en el paisaje de palabras...Pregúntale a tu brañero si necesita un ayudante.
ResponderEliminarHola Mercedes:
EliminarSi necesita ayudante estás segunda en la cola, yo me lo pedí primero jajajaj.
Chao.