Desde las afueras de Lumajo, pasado el pueblo. 2 horas de marcha no muy fatigosa, quitando quizás los últimos 45 minutos, un poco más trabajosos. Pero merecen la pena las vistas.
Es lugar de gigantes, todo está hecho en dimensiones superiores a la humana.
Da algo de vértigo mirar hacia abajo, hacia la braña de Los Cuartos
La Calluna y las Merendera (que parece que quieren adelantar el otoño) pintan de morado la cabeza del valle de La Mozarra.
Conviven la Drosera y la Pinguicula, ambas "carnívoras", con las ranas, y los tritones alpinos.
Arrecia el sol, que quema la piel y me deja como un hombre-cebra. La sal del sudor se mantiene en la frente y la cara. Y se agradece la fuente de agua fresca que relaja la sed.
Después de muchos años, he vuelto. Supongo que mi tío lo habrá visto. Yo le he recordado.
Chao